Es una técnica muy antigua y versátil de reproducción de imágenes cuyo principio es el uso de una máscara para bloquear el escoamiento de tinta por las áreas que no se deben imprimir. Esta técnica era usada para la fabricación de banderas y uniformes militares, identificándolos. 

En el siglo XIX, en el Japón, las telas de seda pasaron a ser tensadas, fijadas en cuadros de madera y el esténcil grabado con cera de abeja. Esa evolución permitió la reproducción de imágenes con detalles intrincados.

Con el desarrollo de nuevos tipos de emulsiones, el proceso de grabación llegó a niveles de definición y resolución cada vez mayores. Se crearon varios tipos de cuadros, nuevas tintas y equipos automáticos de impresión y limpieza.

Hoy, existen grandes mercados en las áreas electrónica, cerámica, automovilística, de comunicaciones, vidrios y tantas otras. Industrias que tradicionalmente siempre usan las impresiones serigráficas están cada vez más desarrolladas y especializadas como, por ejemplo, la industria textil.